La palabra "crisis" ya era una realidad en nuestro país, muchos negocios estaban en números rojos, mucha gente en paro, cobrando miseros sueldos, pero todo eso se olvidó por momentos. Era un 11 de julio de 2010, España había llegado a la final del Mundial de Fútbol por primera vez en la historia, y nada más y nada menos que como principal favorita, su rival Holanda. Durante dos horas el país se paralizó, todo el mundo estaba atento al partido, millones de aficionados pegados al televisor, era la ilusión de obtener una inmensa alegría, de conseguir una proeza, un pueblo con ganas de salir a la calle, de olvidar un poco todo lo que estaba pasando y celebrar una victoria que se presentaba complicada. El partido no podía ser mas interesante, había llegado la prórroga, corría el minuto 116 de partido, cuando el de Fuentealbilla, Don Andrés Iniesta puso a España por delante en el marcador, y enloqueció a un país entero, que esperaba con ansia el pitido final para abarrotar las fuentes y demostrar la alegría, la felicidad y la ilusión que había llenado una selección haciendo un juego de ensueño. En los posteriores días, todo volvería a la normalidad, pero el hecho que durante unas horas, en España hasta el más triste sonrío, tiene mérito y por eso, gracias.
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